Apitiké

Apitiké
Nuevo servicio para escritores

viernes, abril 30, 2010

Hasta siempre a un hombre grande

Tuve el honor de conocer a Jordi Estadella cuando trabajé como guionista en el concurso Audacia. En el trato me pareció un hombre extraordinariamente amable, tranquilo, culto, elegante en sus maneras, sencillo en el trato; un hombre que transmitía simpatía y seguridad.

Que era un gran profesional, sobra decirlo, pero es un valor que se agradece y que no siempre está presente en el medio televisivo.

Esta noche ha fallecido, así que sólo quería transmitir ánimos a su familia y amigos (que estoy seguro tendrá a patadas).

Descanse en paz.

miércoles, abril 28, 2010

La papelera

Una de las primeras excursiones que hice en mi vida, si no la primera, fue a la Gruta de las Maravillas, en Aracena. Estaba en la EGB y no debía de tener más de diez u once años, así que os hablo de finales de los setenta o principio de los ochenta.

Al curso le quedaba poco para llegar a las vacaciones, lo recuerdo porque hacía ya calor. Tanta, que los profesores nos compraron un polo a cada uno de los niños. Uno a uno, fuimos quitando los plásticos protectores y tirándolos al suelo. Al momento, un trabajador del ayuntamiento se nos acercó muy enfadado y comenzó a llamarnos guarros, que cómo tirábamos todo al suelo, que si en nuestra casa hacíamos lo mismo... Ya sabéis. Y nos señaló una papelera a escasos metros. Para mí y para todos mis compañeros, ver una papelera por la calle era algo tan raro como ver una nave nodriza del planeta Taurón. Por aquellos años, no era algo que se estilara en mi pueblo.

Sea como sea, a mí aquel discurso me afectó, porque vi que el tipo tenía razón. En un momento habíamos dejado la calle hecha una mierda, cuando no nos hubiera costado ningún esfuerzo acercarnos a la papelera. Fue una bronca que me caló. De no ser así, no la recordaría treinta años después. Yo mismo repetí una bronca muy parecida a un compañero de trabajo mío en la época en que yo era empleado del McDonalds (allá por el año 93). Por la calle, mi compañero se metió un chicle en la boca y tiró el envoltorio. Le abronqué por ello y fue la primera vez en que me sentí mayor.

Esta anécdota muy bien podría haber estado en el best seller Memorias de un mindundi (a día de hoy con 435 descargas y 59 compras en papel entre sus dos ediciones), pero no fue así. Si la he recordado justo ahora es por algo que he visto esta mañana.

Hoy he ido a darme mi carrerita matinal por la Casa de Campo de Madrid. Cuando paso frente a la salida del metro Batán, me encamino por un pequeño puente de madera sobre un arroyo seco. Es un puente que utiliza la chavalería ahora que hace buen tiempo para pasar la tarde charlando de sus cosas. Y esta mañana estaba todo cubierto de bolsas vacías de patatas fritas, latas de refrescos, bolsas de pipas y chucherías varias. Me he visto entonces en Aracena, tirando envoltorios de polos al suelo y me he imaginado que si alguno de los chavales que ayer estuvieron allí hubiera llevado una bolsa de basura para no tirar nada al suelo, hubiera sido objeto de todo tipo de burlas. Es una mentalidad la nuestra difícil de cambiar.

Poco después, tras terminar de subir una cuesta, dos conejos se han quedado mirando cómo pasaba, sin inmutarse, pendientes de mi carrera. Por un momento creí que se iban a poner en pie, sacar un par de sombreros e invitarme a tomar un Aquarius.

miércoles, abril 21, 2010

El barco de los vampiros

Para continuar con esta semana del libro, nada mejor que seguir hablando de lecturas. Ahora que tan de moda están los vampiros por todas partes, recientemente me he leído una novela de vampiros escrita en 1982. La estuve buscando hace un par de años y no había manera de comprarla. Al parecer estaba descatalogada. Gigamesh ha debido darse cuenta del potencial de venta no sólo del género, sino también de su famoso autor, así que ha conseguido los derechos y la ha reeditado en español. No doy más rodeos. Se trata de Sueño del Fevre de George R.R. Martin (de todos conocidos por su otra obra).

Para no reventar mucho el contenido, comentaré solamente que George R.R. Martin construye un maravilloso protagonista (como era de esperar). Abner Marsh, un tipo feo, gordo y verrugoso, pronto nos cae bien. Eso me recordó el caso de Tyrion, enano y malhecho, pero con una personalidad que te atrapa como lector (el personaje de Tyrion está mucho mejor construido, pero, claro, Martin tiene más páginas para ello).

Hay buenos y malos y todos tienen sus motivos para actuar como actúan. Aunque hay una cosa que no me termina de convencer. Si uno elige cierta mitología, debería adaptarse lo más posible a ella. Y estos vampiros se alejan en algunas cosas de la idea que tenemos de los vampiros (pero no os asustéis, no brillan). Supongo que son licencias del autor, aunque él mismo se ve en la necesidad de justificar sus cambios diciendo que la idea que tenemos de los vampiros son meras supersticiones, que los vampiros de verdad son de otra forma.

Sea como sea, una lectura muy entretenida en la que viajamos por el Mississipi a mediados del siglo XIX en un barco muy peculiar, el Fevre.

lunes, abril 19, 2010

Correr y escribir

A pesar de que acabo de ver en Los desayunos de TVE la palabra "Revelión" escrita así, con uve, y que se ha mantenido un buen rato en pantalla haciendo daño a la vista, hoy comienza una semana que podríamos llamar "Semana del libro".

En todas las librerías y grandes almacenes nos hacen una pequeña rebaja para incentivar que compremos libros ( da igual si después los leemos o no), se habla de libros en los medios (esperemos que sin faltas de ortografía), nos regalamos libros entre parejas y amigos, y pronto comenzará la enésima lectura del Quijote.

Para aportar mi granito de arena, hoy voy a hablar de un libro que acabo de comenzar a leer.

Soy bastante aficionado a Murakami (una interesante entrevista aquí). De hecho, creo haber leído todos sus libros publicados en castellano a excepción de La caza del carnero salvaje. También soy bastante aficionado a correr. Si seguís este blog, ya os habréis dado cuenta.

Por eso, nada mejor que unir estas dos aficiones en De qué hablo cuando hablo de correr, lo último aparecido en España del autor japonés.

Se trata de una especie de particulares memorias en las que Murakami cuenta por qué corre, cómo se siente cuando lo hace, cómo se entrena, en qué piensa durante sus carreras. A la vez, va desgranando datos sobre su vida, sus negocios, cómo empezó a escribir novelas tardíamente, sus pensamientos sobre esto y aquello.

Llevo aún pocas páginas y ya me voy encontrando con una personalidad un tanto particular (como sus novelas), pero con pasajes en los que, como corredor aficionado, me siento bastante identificado.

Nunca he tenido especial interés en competir con los demás para ver quién gana o pierde. Y esta tendencia no ha cambiado, en general, al hacerme adulto. En este y en otros ámbitos, no me preocupa en exceso si gano o me ganan. Me interés más ver si soy o no capaz de superar los parámetros que doy por buenos. Y, en este sentido, las carreras de fondo encajan perfectamente con mi mentalidad.


Al hilo de esta reflexión, desgrana poco después un interesante comentario:

Lo mismo cabe decir respecto del trabajo. En la profesión de novelista (al menos para mí) no hay victorias ni derrotas. Tal vez el número de ejemplares vendidos, los premios literarios, o lo buena o malas que sean las críticas constituyan una referencia de los logros obtenidos, pero no lo considero una cuestión esencial. Lo más importante es si lo escrito alcanza o no los parámetros que uno mismo se ha fijado, y frente a eso no hay excusas. Ante otras personas, tal vez, uno pueda explicarse en cierta medida. Pero es imposible engañarse a uno mismo. En este sentido, escribir novelas se parece a correr un maratón. Por explicarlo de un modo básico, para un creador la motivación se halla, silenciosa, en su interior, de modo que no precisa buscar en el exterior ni formas ni criterios.


Palabra de Murakami.

Al hilo de esto. Sigue a la venta Maratón: la vida en cuarenta y dos kilómetros (y pico), mi particular visión de esta prueba en forma de diez relatos que transcurren en el mismo maratón.

martes, abril 13, 2010

Dos medias no hacen una entera

Hace muy poquito os contaba que había corrido la Media Maratón de La Latina en 1h.55m.42seg. Eso fue hace poco más de un mes. Después, os dejé un bonito vídeo

Pues este fin de semana he ido a correr otra media, la Media Maratón de Madrid 2010, y mi tiempo ha sido de 1h.52m.09seg. Como prueba, os dejo este testimonio gráfico.

No quiero comentarios sobre el niño que corre justo detrás de mí.

Nada más por hoy.

jueves, abril 08, 2010

Tema para un guión

Mi díler (he visto en una novela que ya se ha españolizado el término) me ha enviado una noticia de la que me he dicho: aquí hay película. El tema: una nave, que destroza asteroides a su paso, trabaja tres días y pico sin descansar. ¿Un guión de ciencia ficción? No, más bien una freakada, una comedia boba o una historia de superación. Os cuento el tema con más detalle y me entenderéis.

Recuerdo un año cuando era un crío, que durante la feria de mi pueblo, antes de acercarme al recinto me pasaba por el Casino del Círculo Mercantil y entraba a gastar parte del dinero que me habían dado en jugar en una máquina que había allí: el asteroid.

Todos los de mi edad o incluso más jóvenes recordaréis aquel juego del triangulito que iba destrozando enormes rocas, diviéndolas en rocas más pequeñas hasta pulverizarlas por completo. Y no estaba mal tener alguien al lado con el dedo puesto en el botón del hiperespacio para salvarte cuando estabas acorralado.

A lo que iba, la noticia que me ha llegado es que después de 27 años, alguien ha batido el record del juego. Este juego no tiene modo de "Pause", por lo que no se puede dejar de jugar en ningún momento. Teniendo en cuenta que para batir el record estuvo destrozando rocas tres días, ¿cómo hacía el individuo para comer y... otras cosas? Leed la noticia y os enteraréis.

Seguro que se me adelantan en Hollywood.

Bocazas o no, ahora lo veremos

Ahora que Canal + comienza a plantearse series de producción propia y que aseguran que su modelo a imitar es HBO, los guionistas que tanto nos quejamos de que en España no nos dejan hacer lo que queremos vamos a tener la oportunidad de demostrar si todo era pura boquilla o de verdad podemos escribir cosas como Los Soprano o The Wire.

Bueno, no todos los guionistas, que un canal no dará para tantas series, pero ojalá el modelo funcione y las cadenas generalistas se animen a imitar el modelo de producción aunque sea en un par de casos. Aunque sea por prestigio.

miércoles, abril 07, 2010

De vuelta de estas largas vacaciones, y para compensar tanto tiempo sin contacto con vosotros, os voy a recomendar un lugar para comer bien.

Esta Semana Santa he estado por tierras asturianas. Allí fui a ver una procesión en Candás, un pueblecito muy cercano a Gijón. Y allí me llevaron a un sitio que la gente de la zona conoce por su relación calidad-precio: El Cubano. Se trata de un restaurante con aspecto de casa de comidas en el que me sorprendieron con esas cantidades tan generosas del norte (siempre sobre comida). Una caldereta de marisco para tres podía bien haber valido para cinco, pero no sólo eso, el sabor acompañaba.

Y para rematar, el momento de los postres fue mítico. El camarero nos preguntó si queríamos una degustación de postres caseros. Nada de traer una pequeña muestra de tres o cuatro cosillas para cada uno. No. El camarero se presentó allí con cinco enormes fuentes de postres caseros (un delicioso arroz con leche, natillas, flan, manzana en almíbar y manzana asada) para que nos sirviéramos cuanto quisiéramos.